Difícilmente se le abrió la puerta al tomate en el País Vasco, procedente de México. Hoy forma parte del paisaje gastronómico cotidiano. Es una hortaliza frutal interesante para la salud, aunque su trayectoria de cultivo sigue siendo colonial.

El tomate da color al paisaje alimentario cotidiano. Parece que es lo de siempre. Aunque sea tan casero, incluso si el Tomate Vasco ocupa un lugar importante, el tomate, por naturaleza, había sido traído de América. Ha tenido una historia extraña; lo visto por los ojos de ahora parece inverosímil.

De América llegó a Europa a finales del siglo XV o principios del XVI, de México a Europa, precisamente. Cuando llegó al principio, se parecía mucho a las dos plantas que aquí consideraban tóxicas: la mandrágora y la belladonna, ya que ambas pertenecen a la misma familia. La planta de tomate se consideraba venenosa».

Para hablar de todo ello tenemos hoy en nuestro programa a Marta Barba Gasso, autora de la tesis Hazi, etnografía feminista de variedades y tomates en Euskal Herria (UPV, 2021). Marta, criada en países catalanes, se ha trasladado al valle del Urumea, donde ha echado raíces. Tras licenciarse en Sociología, acaba de hacer un máster en Estudios Feministas y terminar su tesis desde la rama de la antropología. Se han analizado los procesos sociales y culturales que afectan a la biodiversidad, a partir del estudio de casos de dos variedades de tomate. Porque las semillas de tomate no sólo nos hablan de tomates pasados y futuros, sino también de nuestra cultura.

La antropóloga Marta Barba Gasso ha estudiado en su tesis doctoral la variedad jack del tomate vasco y el tomate de Aretxabaleta, y en los últimos meses se está dando cuenta de lo trabajado: El proceso de producción de una semilla que sembramos aquí es mucho más complejo de lo que pensamos y se realiza en diferentes lugares.

[Entrevista en Euskara]